Los chicos fueron sorprendidos por el nivel de juego de Pueyrredón, realmente muy por arriba de la media de la división.
Si bien, muchos de ellos se fueron tristes por los resultados, no deja de ser una experiencia más.
No siempre uno se divierte y hace lo que quiere dentro de una cancha y cuando los rivales son superiores, hay que dar todo lo que uno tiene (y un poco más también) y si toca quedar abajo, saber perder y felicitar al adversario. En este terreno, los chicos se llevan una merecida felicitación, porque dejaron todo, tacklearon lo que pudieron y compartieron un muy buen tercer tiempo con sus amigos de Puey...
El entrenamiento del martes fue por lejos el mejor de la temporada. Es una buena señal. Quiere decir que les tocó el orgullo, jeje.
De todos modos, lo importante sigue siendo hacer nuevos amigos, afianzar el grupo, divertirse y grabarse a fuego todos los principios del rugby. Si esto se logra, estamos más que satisfechos.
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