Valores en los que el este deporte siempre se respaldó, como
que el referí siempre tiene la razón, están perdiendo fuerza; todos los sábados
los árbitros de la URBA sufren insultos desde las tribunas y protestas airadas de los
protagonistas, pero en algunas ocasiones las agresiones fueron más graves;
hasta se habla de "futbolización" de esta disciplina.
Por Santiago Dapelo y Xavier Prieto Astigarraga
Iban apenas diez minutos del primer tiempo y un sector de la tribuna donde se alojaba el público de San Luis no paraba de reclamar contra los fallos del árbitro Gustavo Tomanovich. Hastiado, el referí se acercó a las gradas, se sacó el silbato y dijo: "El que quiera dirigir se acerca y le dejo mi lugar". Y los insultos fueron inmediatos.
En la cancha de Belgrano se dio una situación de protesta particular: el público del local
-ganaba por 26 a
10 y restaban pocos segundo para el final- clamó de manera airosa por un
supuesto knock-on en contra poniéndose de pie y aplaudiendo irónicamente la decisión
de Sebastián Figueroa de no cobrarlo.
Son retratos de ayer. Son episodios que vienen repitiéndose
todos los sábados.
No se trata de un cambio abrupto. El goteo comenzó hace
varios años, pero nunca se frenó.
El rugby no escapa
del clima de crispación que vive la sociedad. Lo que era
una rareza se transformó en hábito: jugadores que se pasan el partido hablando
con el árbitro, aplausos de las parcialidades por una tarjeta amarilla a un
rival, chiflidos y gritos desde fuera de la cancha.
Pero la cuestión no quedó ahí; aunque aún no es usual, dio
un paso más, un paso más peligroso y violento.
En un partido de preintermedia
entre Olivos y Champagnat, en el Top 14 de 2011, hubo una pelea
generalizada entre los jugadores. El juez recibió un puñetazo y cayó desmayado
(ver aparte). En Virrey del Pino, hasta el año pasado, el referí compartía la
ducha con el equipo local, Belgrano, pero esto se terminó. Ocurrió después de
que Leonardo Borghi fuera amenazado al finalizar un encuentro por Alejandro Galli, que fue
sancionado. La decisión del club fue clara: mudaron a los referís a otro
vestuario, a 100 metros .
Y el último fin de semana se
suspendió Monte Grande vs. Italiano en
menores de 19, porque los 30 rugbiers se mezclaron en una batalla campal a la
que se sumaron varios espectadores, entre familiares y amigos. Son ejemplos que
se repiten cada vez con mayor asiduidad.
"El ambiente del rugby está futbolizándose", ensayó a modo de explicación José María Pestalardo. El encargado
de las designaciones de los árbitros agregó: "En general, el jugador
mantiene una posición de respeto. Pero fuera de la cancha el clima va
deteriorándose. Esto ocurre tanto en los clubes tradicionales como en los
nuevos".
Para evitar sanciones -lleva siete tarjetas amarillas en
cinco partidos-, CUBA destina
parte de los entrenamientos a promover la buena disciplina en la cancha. Entre
los miembros del cuerpo técnico de Villa de Mayo hay un psicólogo que asesora a
los jugadores en cuanto a cómo dirigirse al referí. "La relación es
cada vez más difícil; nuestra mayor batalla fue no ponernos en contra del
árbitro y hablarle apropiadamente", dijo el centro de Univeristario
Rodrigo Ávalos.
Antes de dirigir ayer en Buenos Aires, donde debió soportar
el hostigamiento de la gente de San Luis, Tomanovich dijo: "Es notorio que los
casos de indisciplina y exasperación de la gente son cada vez más evidentes.
Sin embargo, uno no pasa grandes disgustos fuera de la cancha. Cara a cara,
nunca me insultó alguien".
Leonardo Cavallin, que ayer controló la goleada del SIC a
San Albano, sumó su punto de vista como secretario de Arurba, la Asociación de
Referís de la URBA: "El
nivel de agresividad de público, dirigentes y entrenadores ha ido creciendo.
Sucede en todas las divisiones, en todos los clubes".
En el partido entre Lomas y Deportiva Francesa se dio la
curiosidad de que hubo un solo juez de touch; para reemplazar al otro se buscó
a dos personas del club local, que colaboraron un tiempo cada una. La falta de árbitros es un problema
sin solución en el corto plazo. "Hay cada vez más intolerancia
respecto al referato. No se deciden los clubes ni la URBA a atacar el problema:
¿Por qué la gente no quiere ser árbitro? ¿No será que esas personas perciben
que los árbitros son insultados? No está jerarquizada la posición del árbitro,
porque no tiene apoyo.
Esos problemas no están siendo atacados por la dirigencia del rugby, que no está ajeno a una sociedad que tiene conductas asociales, intolerancia y mala educación", sostuvo Cavallín, que concluyó: "Hay una futbolización del rugby: todo se protesta".
Esos problemas no están siendo atacados por la dirigencia del rugby, que no está ajeno a una sociedad que tiene conductas asociales, intolerancia y mala educación", sostuvo Cavallín, que concluyó: "Hay una futbolización del rugby: todo se protesta".
Estos comportamientos, por el momento, no son mayoritarios.
Se trata de un llamado de atención que el deporte vive internamente. Por
ejemplo, en Mariano Moreno vs.
Hurling, los chicos de la menores de 15 de Moreno repartieron volantes que
decían "el referí siempre tiene la razón, aunque se equivoque",
"El rugby es un juego que transmite valores: orden, humildad, respeto,
compromiso, autocontrol, solidaridad y alegría".
Entre los que consideran que la situación no es grave se
encuentra el entrenador del SIC Rolando Martin: "Yo creo que los jugadores
de ahora son leales, pero sí veo que hablan mucho más y tratan de condicionar
al árbitro". En el mismo sentido opinó el árbitro Juan Carlos Varela:
"En principio ha mejorado el tema. Se nota más respeto pero, así y todo,
hay que seguir trabajando. Cada
club tiene que trabajar con su público sobre el respeto. No es nuestra
tarea".
Bernardo Verga, entrenador de Liceo Militar, tiene una
mirada crítica: "Fue deteriorándose el tema. El ambiente, muchas veces, no
es el mejor. Tendríamos que volver a las fuentes".
En medio de la locura que implica la inserción en el Rugby
Championship, es momento de volver a mirar atrás para ver qué llevó al rugby
nacional a este punto. En eso se destaca la formación de los jugadores, valor
reconocido mundialmente.
Los clubes, usinas generadoras, son en última instancia los guardianes de la filosofía no escrita del rugby: "Respeta a tus compañeros, a tus rivales y, siempre, pero siempre, el referí tiene razón". Prácticas que por momentos parecen en vías de extinción.
Los clubes, usinas generadoras, son en última instancia los guardianes de la filosofía no escrita del rugby: "Respeta a tus compañeros, a tus rivales y, siempre, pero siempre, el referí tiene razón". Prácticas que por momentos parecen en vías de extinción.
Nota Publicada en La Nación: http://canchallena.lanacion.com.ar/1472920-agravio-al-rugby
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