lunes, 14 de mayo de 2012

Agravio al rugby

Valores en los que el este deporte siempre se respaldó, como que el referí siempre tiene la razón, están perdiendo fuerza; todos los sábados los árbitros de la URBA sufren insultos desde las tribunas y protestas airadas de los protagonistas, pero en algunas ocasiones las agresiones fueron más graves; hasta se habla de "futbolización" de esta disciplina. 

Por Santiago Dapelo y Xavier Prieto Astigarraga 


Iban apenas diez minutos del primer tiempo y un sector de la tribuna donde se alojaba el público de San Luis no paraba de reclamar contra los fallos del árbitro Gustavo Tomanovich. Hastiado, el referí se acercó a las gradas, se sacó el silbato y dijo: "El que quiera dirigir se acerca y le dejo mi lugar". Y los insultos fueron inmediatos. 

En la cancha de Belgrano se dio una situación de protesta particular: el público del local -ganaba por 26 a 10 y restaban pocos segundo para el final- clamó de manera airosa por un supuesto knock-on en contra poniéndose de pie y aplaudiendo irónicamente la decisión de Sebastián Figueroa de no cobrarlo. 

Son retratos de ayer. Son episodios que vienen repitiéndose todos los sábados. 

No se trata de un cambio abrupto. El goteo comenzó hace varios años, pero nunca se frenó.
El rugby no escapa del clima de crispación que vive la sociedad. Lo que era una rareza se transformó en hábito: jugadores que se pasan el partido hablando con el árbitro, aplausos de las parcialidades por una tarjeta amarilla a un rival, chiflidos y gritos desde fuera de la cancha.

Pero la cuestión no quedó ahí; aunque aún no es usual, dio un paso más, un paso más peligroso y violento. 
En un partido de preintermedia entre Olivos y Champagnat, en el Top 14 de 2011, hubo una pelea generalizada entre los jugadores. El juez recibió un puñetazo y cayó desmayado (ver aparte). En Virrey del Pino, hasta el año pasado, el referí compartía la ducha con el equipo local, Belgrano, pero esto se terminó. Ocurrió después de que Leonardo Borghi fuera amenazado al finalizar un encuentro por Alejandro Galli, que fue sancionado. La decisión del club fue clara: mudaron a los referís a otro vestuario, a 100 metros. Y el último fin de semana se suspendió Monte Grande vs. Italiano en menores de 19, porque los 30 rugbiers se mezclaron en una batalla campal a la que se sumaron varios espectadores, entre familiares y amigos. Son ejemplos que se repiten cada vez con mayor asiduidad. 

"El ambiente del rugby está futbolizándose", ensayó a modo de explicación José María Pestalardo. El encargado de las designaciones de los árbitros agregó: "En general, el jugador mantiene una posición de respeto. Pero fuera de la cancha el clima va deteriorándose. Esto ocurre tanto en los clubes tradicionales como en los nuevos". 

Para evitar sanciones -lleva siete tarjetas amarillas en cinco partidos-, CUBA destina parte de los entrenamientos a promover la buena disciplina en la cancha. Entre los miembros del cuerpo técnico de Villa de Mayo hay un psicólogo que asesora a los jugadores en cuanto a cómo dirigirse al referí. "La relación es cada vez más difícil; nuestra mayor batalla fue no ponernos en contra del árbitro y hablarle apropiadamente", dijo el centro de Univeristario Rodrigo Ávalos. 
Antes de dirigir ayer en Buenos Aires, donde debió soportar el hostigamiento de la gente de San Luis, Tomanovich dijo: "Es notorio que los casos de indisciplina y exasperación de la gente son cada vez más evidentes. Sin embargo, uno no pasa grandes disgustos fuera de la cancha. Cara a cara, nunca me insultó alguien". 

Leonardo Cavallin, que ayer controló la goleada del SIC a San Albano, sumó su punto de vista como secretario de Arurba, la Asociación de Referís de la URBA: "El nivel de agresividad de público, dirigentes y entrenadores ha ido creciendo. Sucede en todas las divisiones, en todos los clubes". 
En el partido entre Lomas y Deportiva Francesa se dio la curiosidad de que hubo un solo juez de touch; para reemplazar al otro se buscó a dos personas del club local, que colaboraron un tiempo cada una. La falta de árbitros es un problema sin solución en el corto plazo. "Hay cada vez más intolerancia respecto al referato. No se deciden los clubes ni la URBA a atacar el problema: ¿Por qué la gente no quiere ser árbitro? ¿No será que esas personas perciben que los árbitros son insultados? No está jerarquizada la posición del árbitro, porque no tiene apoyo. 
Esos problemas no están siendo atacados por la dirigencia del rugby, que no está ajeno a una sociedad que tiene conductas asociales, intolerancia y mala educación", sostuvo Cavallín, que concluyó: "Hay una futbolización del rugby: todo se protesta". 

Estos comportamientos, por el momento, no son mayoritarios. Se trata de un llamado de atención que el deporte vive internamente. Por ejemplo, en Mariano Moreno vs. Hurling, los chicos de la menores de 15 de Moreno repartieron volantes que decían "el referí siempre tiene la razón, aunque se equivoque", "El rugby es un juego que transmite valores: orden, humildad, respeto, compromiso, autocontrol, solidaridad y alegría". 

Entre los que consideran que la situación no es grave se encuentra el entrenador del SIC Rolando Martin: "Yo creo que los jugadores de ahora son leales, pero sí veo que hablan mucho más y tratan de condicionar al árbitro". En el mismo sentido opinó el árbitro Juan Carlos Varela: "En principio ha mejorado el tema. Se nota más respeto pero, así y todo, hay que seguir trabajando. Cada club tiene que trabajar con su público sobre el respeto. No es nuestra tarea". 

Bernardo Verga, entrenador de Liceo Militar, tiene una mirada crítica: "Fue deteriorándose el tema. El ambiente, muchas veces, no es el mejor. Tendríamos que volver a las fuentes". 

En medio de la locura que implica la inserción en el Rugby Championship, es momento de volver a mirar atrás para ver qué llevó al rugby nacional a este punto. En eso se destaca la formación de los jugadores, valor reconocido mundialmente. 


Los clubes, usinas generadoras, son en última instancia los guardianes de la filosofía no escrita del rugby: "Respeta a tus compañeros, a tus rivales y, siempre, pero siempre, el referí tiene razón". Prácticas que por momentos parecen en vías de extinción. 

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