jueves, 12 de agosto de 2010

La manzana podrida

Les comparto una nota muy interesante que nos llama a reflexionar sobre nuestro comportamiento durante un encuentro de rugby. La envió Ciccio Túrtula, veterano del club San Martín, padre y abuelo de jugadores del Tricolor, y sobre todas las cosas, un hombre de rugby, quien la extrajo de la página www.tercertiempo.com

05/07/2010 Lamentablemente en los últimos tiempos hemos notado un incremento desmesurado de la violencia fuera del perímetro de los campos de juego en el rugby. Peligrosamente estamos copiando lo que ya ocurre en otros deportes desde hace tiempo y que de ninguna manera queremos en el nuestro. Es sabido que la masividad presenta estos inconvenientes, pero entendemos que debe haber tolerancia cero en nuestro ámbito.

Por lo general gente que nunca ha estado dentro de un campo de rugby y que por razones familiares o circunstanciales se acerca a nuestro deporte es la protagonista de estos hechos a los que no están exentos algunos exaltados dirigentes, ex jugadores, entrenadores y demás allegados.

La intolerancia de esta gente generalmente va dirigida al árbitro, que podrá ser bueno o malo, manejar o no los partidos, pero que se merece el respeto de todos, conocedores o no del juego, que se llegan a una cancha de rugby. Pero últimamente también se la escucha dirigida a los adversarios, lo que realmente da pena.

La mayoría desconoce las leyes de juego y mucho más sus criterios de aplicación, pero muchas veces basta que uno solo se “saque” para que otros se plieguen.

Pero el tema es que estas acciones, que antes eran “penadas” de alguna forma por los dirigentes, en estos tiempos no tiene límites y parece no haber nadie que se anime (si, se anime) a cortarlas de cuajo en cada club, en cada cancha, en cada lugar en donde se respire rugby.

Cuantas veces, no hace mucho tiempo, hemos visto a dirigentes y/o entrenadores acercarse a estos, podríamos llamarles “descarriados”, para pedirles que se callaran o que en todo caso se retiraran de la institución.

Cuando vemos a jugadores de divisiones inferiores ensayar cantos ofensivos para sus adversarios de turno o silbar o abuchear la conversión de una patada a los postes y no hay ninguna reacción ni de sus propios entrenadores que muchas veces los acompañan, ni de los dirigentes del propio club. Tal vez sea más fácil hacer esto que tener imaginación para alentar a su propio equipo.

En los últimos tiempos hemos tenido conocimiento de peleas entre padres de jugadores de inferiores por hechos circunstanciales del juego; de algún "salvaje" acompañante queriendo agredir de hecho a algún árbitro y haciéndolo de palabra; de agravios o amenazas a otros por pensar u obrar distinto, etc, etc.

Para estos “descarriados”, debe haber tolerancia cero, por el bien del propio deporte. No nos vengan con artilugios y/o excusas.

Al rugby hay que cuidarlo en todos lados.

Como dice el dicho:

“ Que la manzana podrida no pudra al resto”.

Los dirigentes, que tan atentos están a lo que dice o escribe el periodismo, sería bueno esten atentos a estos hechos.

Fuente: www.tercertiemporugby.com.ar

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